Ópera Isaacs una obra de arte total inédita en Colombia
Alberto Guzmán, compositor de Ópera Isaacs.
¿Quién es Alberto Guzmán?
Soy hijo de campesinos. Tuve una muy clara y especifica orientación por la música desde que estaba muy pequeño, quizá por la influencia de las montañas, pues no hay una tradición musical en mi familia. Entré al seminario interno en Santa Rosa de Cabal y esa fue mi escuela musical, pues en ésa época se cantaba gregoriano todos los días. Después, cuando dejé el seminario por culpa de una mujer, como se debe, debería ser, según la tradición familiar, ingeniero, por lo que estudié ingeniería eléctrica y luego me vine a Cali a estudiar música con el maestro León J. Simar, un belga que se había venido a Colombia huyendo de la caza de brujas que desató la terminación de la guerra mundial. Después hice unos recorridos académicos en Francia, y ya llevo casi 25 años como docente en la Universidad del Valle, institución en la que me formé como músico.
¿De dónde nace la idea de la ópera?
Esta posibilidad se dio a partir de unos hechos fortuitos. Soy un gran amante de la ópera. Hace veinte años le dije a un amigo muy querido que Colombia debería tener una ópera sobre uno de los personajes más importantes de la literatura colombiana: María, de Jorge Isaacs. Me dijo que estaba delirando, que era un proyecto insensato. Y como yo creía mucho en él, también pensé lo mismo. Pasaron veinte años y otra vez me dio el virus de María y me di a la tarea de convencer a Edgard Collazos de que se embarcara en la tarea de escribir un libreto. El proyecto era supremamente abstracto y no tenía todavía ningún perfil, solamente había una obsesión con María. En alguna reunión el rector de la Universidad del Valle, Edgar Varela, dijo que en el año 2017 se iba a celebrar el sesquicentenario de la primera publicación de la novela María, y que la universidad estaba interesada en el tema. Yo me alarmé porque en ese momento Edgard y yo ya le estábamos dando vueltas a la ópera, entonces le dije al rector en lo que estábamos, y eso desencadenó el factor material más complicado, pues hacer una ópera es muy difícil porque es muy costosa. Entonces allí empezó esta extraordinaria aventura intelectual y emocional. Nos dimos cuenta de que el objeto no era María ni tampoco Jorge Isaacs, sino que era la historia de la construcción de ese sentido de nacionalidad que se gesta en el siglo XIX. Entonces Isaacs asume la figura de un símbolo extraordinariamente importante en esa historia, porque la ópera evidentemente no es sobre María, aunque aparece en el final; tampoco es una biografía sobre Jorge Isaacs. Es más bien una reflexión muy simbólica sobre ese proceso de formación de la patria.
Afiche promocional de la Ópera Jorge Isaacs.
¿En cuanto al proceso de creación, qué se hace primero, el libreto o la música?
El elemento inicial para trabajar una ópera es una idea. En principio esa idea es una abstracción, necesita un sustento material en un texto. La historia de la ópera desde el siglo XVII hasta ahora, requiere de una estrecha colaboración entre una mente musical y una mente poética, porque el libreto no es solamente un asunto meramente verbal sino poético: si no hay poesía en el texto no es posible. La estructura poética de un texto es la que destila la música. Yo no creo que se le ponga música a un poema; se encuentra la música que ya está en el poema. Entonces el punto de partida es un texto. Pero obviamente no es que la música surja de la nada, sino que primero hay una idea. Entonces uno tiene unas ideas muy vagas que tienen que ver como con un cierto carácter general, porque uno podría hablar de músicas que son la expresión de lo trágico, o del gozo, o de la alegría, del placer, del dolor. Y en este caso la idea que teníamos es que esto tenía que ser una confrontación teatral, escénica, poética, musical, entre dos principios fundamentales.
¿Cuáles son esos dos principios fundamentales?
El desarrollo de la ópera se dio básicamente en la construcción de una dialéctica entre momentos estáticos y momentos dinámicos. En música los momentos estáticos se llaman arias, que son las melodías de mayor recordación; y los momentos que son dinámicos que se conocen en la historia de la ópera como los recitativos, que es cuando la historia avanza, cuando se producen las acciones. Ese formato tuvo un extraordinario desarrollo y tuvo un momento de crisis y de necesidad de reformulación a finales del siglo XIX. El que mejor responde a esa pregunta es Debussy con la única ópera que él escribió: Pelléas et Mé-lisande. A partir de esta obra la historia de la ópera en el ter, y las formas de expresión se diversifican, se enriquecen, se modifican extraordinariamente. Entonces yo recurrí a todo ese aprendizaje a través de la experiencia de la ópera desde Pelléas et Mélisan de hasta El castillo de barba azul, de Béla Bartók, como un ejercicio para explorar modelos de expresión, siempre alimentados por el texto. Tuve la fortuna de que los textos que produjo Edgard no requirieron ninguna transformación, lo cual me permitió algo extraordinario: escribir la ópera en menos de un año.
¿Cuál es el tema de la ópera?
La ópera no es sobre la novela María ni sobre Jorge Isaacs; es sobre la posibilidad de construcción de la Colombia del siglo XIX, pero no refiriéndonos a los hechos históricos, sino más bien algo más abstracto, a un concepto griego del periodo ático. Empédocles de Agrigento formuló por primera vez la idea de que el mundo se podía pensar como una dialéctica entre dos elementos que son Eros y Thanatos; lo primero es lo que permite, y lo segundo es lo que cierra las puertas. Después esto lo retoma Freud en El malestar en la cultura como el principio de vida y el principio de muerte, pero esa idea tiene una trayectoria en la historia de las ideas filosóficas. Uno lo encuentra de una manera muy bella en El Banquete de Platón, y mucho más adelante en una idea que era muy cara a la poesía de Goethe, que es la idea de que es a través de la muerte que se llega a ser. En la ópera ésta idea está representada en un enfrentamiento dialéctico entre lo que para nosotros constituye la razón de ser de Jorge Isaacs en el siglo XIX, con toda esa polifacética personalidad de ser poeta, escritor, diplomático, soldado, explorador, es decir, toda esa cantidad de cosas que constituyen esa vida extraordinaria de Jorge Isaacs y que representan la figura de lo posible. La figura del amor frente al establishment de la época, pero sin que eso se convierta en una pobre dialéctica de dos elementos opuestos, porque cuando uno mira la figura de María, no va a ser un personaje que actúa o que entra en acción con los personajes que están en la ópera, sino que es casi como si fuera un personaje transfigurado, una aparición, un poco como el carácter que tiene María en la novela de Isaacs. Ella siempre lo dice todo como a medias, como una insinuación, con recato, con lejanía, es casi inasible como personaje, porque la novela es la historia de Efraín, no de ella.
¿Cómo se dice todo eso con música?>
El planteamiento musical de la ópera se basa en una sola idea que en la historia de la música tiene al menos ochocientos años: el bajo lamento. Es una formula musical muy sencilla: son cuatro notas musicales que en vez de subir, bajan. Este mecanismo se encuentra en todas las expresiones musicales. No es una expresión alegre, de gozo, sino más bien dolorosa. El bajo lamento es la materialización musical de esta idea simbólica del amor y la muerte.
¿Quiénes son los cantantes de la ópera?
Todos los cantantes son egresados de la Universidad del Valle, algunos del Instituto Departamental de Bellas Artes, algo muy satisfactorio, pues lo han asumido con gran entereza y dedicación, porque para ellos esto también es una novedad. Para mí es muy importante que podamos hacer una obra tan compleja como esta ópera, con talento local que tiene una marca indeleble univalluna.