Los primeros retratos de África con la invención del cine
Por Ana Lorena Tulcán Tapia
En la primera sesión del Taller de cine Africano desarrollado el 22 de octubre de 2018 como antesala al X Simposio Internacional Jorge Isaacs, tras las huellas de Manuel Zapata Olivella, la española Mane Cisneros invitó a los asistentes a dar un repaso histórico por la cinematografía africana desde la aparición del primer cinematógrafo. Cuando los europeos vieron la oportunidad de colonizar a través de esta herramienta capaz de distribuir la imagen a otros lugares y adaptar las mentes a otras creencias y a modelos de vida ajenos, edificaron el sistema colonial y escudaron sus acciones en una misión civilizadora dirigida exclusivamente a los africanos, considerados como sujetos incapaces de pensar por sí mismos.
Desde su creación, el cine fue puesto al servicio del imperialismo y del pensamiento eurocéntrico; cada proyección que se hacía en África era vista únicamente por la élite blanca y los funcionarios de gobierno que residían en este continente. El acceso a la población local era denegado a pesar de ser la protagonista cuando obligada a borrar sus raíces debía aceptar un nuevo modo de ver y vivir el mundo. Las primeras películas rodadas en suelo africano, entre las que se encuentran cincuenta títulos de los hermanos Lumiere, cumplían con el objetivo de reeducar y subyugar a los africanos despojándolos de su cultura, su religión y sus costumbres. Este tipo de cine al que se le denomina misionero, fue diseñado exclusivamente para educar, occidentalizar y evangelizar al africano hasta convertirlo en “buen cristiano”, consolidando la idea de superioridad europea frente a los pueblos atrasados. René Vautier, cineasta francés, fue uno de los primeros en mostrar una imagen fiel a la realidad de los africanos con el documental Afrique 50.
Al igual que la literatura, el cine misionero se encargó de desdibujar el continente y exotizar a sus habitantes, convirtiéndolos en objetos de venta, decoración e incapaces de crear una civilización. Los ingleses, por ejemplo, vieron en las productoras cinematográficas una herramienta clave para evitar que los africanos se rebelaran en su contra, por lo cual se enfocaron en crear contenidos audiovisuales que inculcaran normas de cortesía del modelo de vida europeo. Pese a esto, aún se temía que algunas poblaciones usaran este medio como una forma de rebelarse contra el poder colonial; no obstante, a medida que el cinematógrafo avanzaba se reiteraba la supresión de la africanía, tal como se promulgó en la conferencia de Berlín en donde los países europeos se repartieron las tierras con escuadra y cartabón en mano y el reino Ashanti, de pueblos bacango o yoruba, dejó de llamarse así para convertirse en la África inglesa, francesa y española.
Estudiar los inicios del cine en África permite comprender los procesos políticos del viejo continente. A partir de los años sesenta, con el surgimiento de los movimientos anticolonialistas, la cámara pasó a ser una herramienta revolucionaria dispuesta a promover el cambio social despertando la conciencia del espectador frente a la acción liberadora contra la colonia y conduciéndolo a ser un creador de ideologías y no un consumidor de ellas. Durante el periodo de la independencia, algunos realizadores como Jean Rouch, destacado por transformar en sujeto aquello que se había filmado como objeto y por su deseo de conocer y comprender las sociedades y culturas africanas, se re-apropia del cine y renueva el lenguaje cinematográfico para dar paso al “Cine-ojo” y a la “etnoficción”. Con estos aportes, se abre el paso a los movimientos independentistas que luchan contra el imperialismo occidental, al activar el cambio social, difundir los nuevos ideales y apoyar las luchas anticolonialistas.
Pese a que el cine etnográfico terminaba reforzando las mismas visiones eurocentristas que mostraban a los africanos como seres primitivos que no tenían voz propia, Rouch se encargaba de captar la realidad y transmitir la verdad de la mano de sus protagonistas, con quienes filmaba y luego compartía el producto final para establecer una experiencia compartida entre el etnógrafo y su sujeto de estudio. Es así como surge lo que hoy llamamos el tercer cine opuesto al modelo dominante del primer cine, ─es decir el cine de Hollywood─ que engloba la cultura como un arma revolucionaria y emancipadora del imperialismo. En el caso de Argelia y Mozambique, por ejemplo, el cine permitió reescribir la historia de los procesos de liberación y difundir nuevos valores nacionales opuestos al modelo colonial.
Los invitamos a ver la conferencia completa en el siguiente enlace: https://www.youtube.com/watch?v=PRhTLN5FLmU